Saltar al contenido

Cuentos inventados

Los cuentos inventados para niños y niñas de adivinanzas10 han sido creados por nosotros mismos. Son historias y relatos desconocidos con tramas y moralejas diferentes que muestran y enseñan un aprendizaje a los más pequeños.

Nuestros cuentos inventados cortos, realmente son cuentos que no son cuentos, pues son muy breves y la historia concluye rápidamente, podríamos considerarlos cuentos chiquitos. Tienen como protagonistas de sus aventuras a seres fantásticos, como animales que hablan, brujas, hadas, dragones y otros seres folclóricos.

Por lo general, las lecturas de los cuentos inventados por mí aportarán una enseñanza a los niños sobre la prudencia, la amistad, la tolerancia o el amor, no importa si están en edad de preescolar, infantil o primaria. Gracias a sus ilustraciones, imágenes y dibujos, estas historias inventadas gustan a todos.

Haz clic en la tabla de contenido para ir a cada uno de estos cuentos que nadie conoce, o escoge entre estas categorías.

Cuentos inventados cortos

cuentos que no son cuentos

TIMOTEO Y LA ABEJA

un cuento inventado corto

Había una vez un pequeño ratón llamado Timoteo que vivía en un hermoso campo lleno de hierba fresca y flores fragantes. Timoteo era muy curioso y le encantaba explorar su entorno, pero siempre se aseguraba de estar de vuelta en su agujero antes del anochecer para evitar a los peligrosos depredadores.

Un día, mientras estaba corriendo por el campo, Timoteo se topó con una gran manzana roja y brillante. Estaba tan hambriento que no pudo resistirse y comenzó a morderla con entusiasmo. Pero de repente, sintió un dolor agudo en su diente delantero.

Al mirarse en un charco cercano, Timoteo se dio cuenta de que había roto su diente al morder la manzana. Estaba asustado y no sabía qué hacer, así que decidió buscar ayuda en el bosque.

Mientras caminaba, se encontró con una abeja trabajadora llamada Betty que estaba recolectando néctar de las flores. Timoteo le explicó su situación y Betty se ofreció para llevarlo a ver a la sabia abuela abeja del reino.

La abuela abeja escuchó atentamente la historia de Timoteo y le dijo que sabía cómo curar su diente. Le explicó que debía recolectar algunas hierbas y mezclarlas con miel para hacer una poción curativa. Timoteo estaba emocionado y agradecido y se fue de inmediato a buscar las hierbas que necesitaba.

Después de un rato, Timoteo regresó con todas las hierbas que la abuela abeja le había pedido y ella le enseñó cómo mezclarlas con la miel para crear la poción curativa. Timoteo la aplicó sobre su diente roto y al instante sintió alivio del dolor.

A partir de ese momento, Timoteo se convirtió en el mejor amigo de Betty y juntos exploraban el bosque y ayudaban a sus habitantes. Timoteo aprendió mucho de la sabia abuela abeja y nunca volvió a comer algo sin antes asegurarse de que no le haría daño. Y así, vivieron felices y contentos en el hermoso campo.

RUFIÁN Y EL GATO AMABLE

cuento corto inventado

Había una vez un ratoncito llamado Rufián que vivía en un pequeño agujero en un árbol en el bosque. Rufián era muy astuto y habilidoso, y siempre estaba buscando formas de conseguir lo que quería. Un día, Rufián se dio cuenta de que no tenía suficiente comida para sobrevivir el invierno, así que decidió salir a buscar más.

Rufián se aventuró fuera de su agujero y comenzó a explorar el bosque en busca de algo de comida. No tardó mucho en encontrar un campo lleno de granos y semillas, y se puso a comer todo lo que pudo. Después de comer lo suficiente, Rufián decidió llevarse algunas semillas de vuelta a su agujero para asegurarse de tener suficiente comida para el invierno.

Mientras caminaba de vuelta a su agujero, Rufián vio una pequeña casa en el bosque. La casa parecía estar abandonada, así que Rufián decidió entrar a explorar. Dentro, encontró muchas cosas interesantes, como un reloj de pared, un espejo y una caja de música. Rufián se divertía mucho explorando la casa y jugando con todas las cosas que encontraba.

De repente, Rufián escuchó un ruido detrás de él y se dio cuenta de que había un gato grande y peludo en la habitación con él. El gato lo miró fijamente con sus grandes ojos verdes y Rufián se asustó mucho.

«¡Oh no!», exclamó. «¡Este gato va a comerme!»

Rufián intentó correr, pero el gato lo atrapó con su larga cola y lo levantó en el aire.

«¡No te preocupes, ratoncito!», dijo el gato con una voz suave. «No te voy a comer. Solo quería asegurarme de que estuvieras a salvo en esta casa abandonada».

Rufián se dio cuenta de que el gato no era tan malo como parecía, y se sintió aliviado. Decidieron explorar juntos la casa y encontraron muchas cosas divertidas, como una caja llena de juguetes y una estufa caliente donde se podían acurrucar para mantenerse calientes en el invierno.

Rufián y el gato se convirtieron en grandes amigos y pasaron mucho tiempo juntos en la casa del bosque. Rufián incluso dejó algunas de sus semillas en una caja para el gato.

ZORRITO EL IMPRUDENTE

cuentos que nadie conoce

Había una vez un pequeño zorro llamado Zorrito que vivía en el bosque con su familia. Zorrito era muy inteligente y astuto, pero a veces le gustaba correr riesgos y hacer cosas imprudentes.

Un día, Zorrito decidió que quería probar suerte y ver si podía atrapar uno de los pequeños pájaros que volaban por el bosque. Así que se escondió detrás de un árbol y esperó a que pasara un pájaro por allí.

Cuando vio a un pájaro que volaba cerca, Zorrito salió corriendo detrás de él con todas sus fuerzas. Pero el pájaro era muy rápido y Zorrito en una de estas, tropezó y se dió con la cabeza en un árbol.

Al pobre Zorrito, le había salido un chichón tan grande como su puño.

Su mamá zorra le preguntó qué había pasado y Zorrito le contó lo que había hecho. La mamá zorra le dijo que debía ser más prudente y no correr riesgos innecesarios, ya que podría haberse lastimado o haberse metido en problemas.

Zorrito comprendió que su mamá tenía razón y prometió ser más prudente en el futuro. A partir de ese día, Zorrito se esforzó por pensar dos veces antes de hacer algo imprudente y, gracias a su prudencia, pudo disfrutar de muchas aventuras sin correr peligro.

La moraleja de esta historia es que la prudencia es muy importante y nos ayuda a tomar decisiones sabias y evitar peligros innecesarios. Así que recordemos siempre ser prudente y pensar dos veces antes de hacer algo que pueda poner en riesgo nuestra seguridad o nuestro bienestar.

TITO, EL RATÓN BONDADOSO

historias cortas inventadas

Había una vez un ratón muy curioso llamado Tito. Tito vivía en un pequeño agujero en la pared de una casa, junto a su familia. Aunque era muy pequeño, Tito siempre estaba explorando y descubriendo cosas nuevas. Un día, mientras caminaba por el jardín, Tito encontró una manzana roja y brillante. Tito no había visto nunca una manzana tan hermosa y no pudo resistir la tentación de probarla.

Así que Tito se subió a una piedra y se extendió sobre la manzana con su pequeño cuerpo. Pero cuando intentó morderla, la manzana se movió y Tito se cayó al suelo con un pequeño grito. Al mirar hacia arriba, Tito vio que la manzana era en realidad una bolita de pelo rojo.

Tito se acercó y vio que era un gatito muy pequeño y adorable. Tito se dio cuenta de que el gatito había sido abandonado y decidió llevarlo a casa y cuidarlo. Juntos, Tito y el gatito se convirtieron en los mejores amigos del mundo y vivieron muchas aventuras juntos.

Aunque Tito siempre fue un ratón muy curioso, aprendió que a veces es mejor ser cuidadoso y no subestimar a las cosas solo por su tamaño. Y gracias a su amistad con el gatito, Tito aprendió que la bondad y la amistad pueden vencer cualquier obstáculo.

ELÍAS, EL ELEFANTE Y LOS MONOS BAILARINES

cuentos para copiar

Había una vez un elefante llamado Elías que vivía en la selva con su familia. Aunque era muy grande y fuerte, Elías era también muy tímido y le daba miedo hacer cosas nuevas. Un día, Elías se encontró con un grupo de monos que estaban haciendo una fiesta en un árbol. Los monos estaban bailando y cantando y Elías quedó fascinado con su alegría.

Pero cuando intentó unirse a la fiesta, Elías se dio cuenta de que era demasiado grande y pesado para trepar al árbol. Se sintió muy triste y se fue a sentar a la orilla del río a llorar.

Mientras estaba sentado allí, una tortuga amable llamada Tía Tula se acercó y le preguntó qué le pasaba. Elías le contó lo que había sucedido y Tía Tula le dijo:

«No te preocupes, Elías. No tienes que trepar al árbol para divertirte. Hay muchas otras formas de disfrutar de la vida».

Entonces, Tía Tula le enseñó a Elías cómo nadar y jugar en el agua. Elías se dio cuenta de que tenía muchas habilidades y talentos que no había descubierto antes. A partir de entonces, Elías se sintió más seguro de sí mismo y no le dio miedo probar cosas nuevas. Y gracias a la amistad y la sabiduría de Tía Tula, Elías aprendió que la vida es una aventura y que siempre hay algo nuevo que descubrir.

EL OSO DE LAS CUEVAS

cuentos inventados por niños

Había una vez un oso llamado Bartolomé que vivía en una gran cueva en la montaña. Bartolomé era un oso muy tranquilo y solía pasar sus días durmiendo y comiendo miel. Pero un día, Bartolomé se despertó y se encontró con un montañero en su cueva.

El montañero se llamaba Jorge y estaba cansado y hambriento después de un largo día de escalar la montaña. Bartolomé vio que Jorge estaba en apuros y decidió ayudarlo. Bartolomé le dio a Jorge un poco de miel y le permitió pasar la noche en su cueva para descansar.

A la mañana siguiente, cuando Jorge se despertó, estaba descansado y listo para seguir su camino. Pero Bartolomé se dio cuenta de que no quería que Jorge se fuera y le preguntó si quería quedarse a jugar con él. Jorge aceptó con gusto y los dos amigos pasaron el día explorando la montaña y jugando juntos.

A medida que pasaron los días, Bartolomé y Jorge se hicieron muy amigos y disfrutaban mucho del tiempo que pasaban juntos. Bartolomé aprendió mucho de Jorge sobre la escalada y Jorge aprendió mucho de Bartolomé sobre la vida en la montaña.

Pero un día, Jorge tuvo que volver a casa y Bartolomé se sintió muy triste al verlo partir. Sin embargo, Jorge le prometió a Bartolomé que volvería a visitarlo y los dos amigos se prometieron mantenerse en contacto.

Desde entonces, Bartolomé y Jorge se han visto muchas veces y han compartido muchas aventuras juntos. Bartolomé ha aprendido que la amistad verdadera no tiene límites y que siempre hay algo nuevo que aprender de nuestros amigos. Y gracias a su amistad con Jorge, Bartolomé ha descubierto que la vida es una aventura y que siempre hay algo emocionante alrededor de la esquina.

JUAN Y EL PUENTE MÁGICO

cuento del dragon

Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un pequeño pueblo junto al río. Juan siempre estaba buscando aventuras y un día, mientras caminaba por el bosque, encontró un puente antiguo y mágico que cruzaba el río.

Juan se quedó mirando el puente durante un rato y luego decidió cruzarlo. A medida que avanzaba, Juan se dio cuenta de que el puente estaba hecho de nubes y que podía ver el cielo a través de las tablas de madera.

Cuando llegó al otro lado, Juan se encontró en un jardín mágico lleno de flores y árboles dorados. Juan estaba fascinado y comenzó a explorar el jardín.

De repente, Juan vio a un dragón dormido en un rincón. Juan no sabía qué hacer, pero no quería despertar al dragón y así que decidió esconderse detrás de un árbol.

Mientras esperaba a que el dragón se despertara, Juan vio a un hada hermosa volar hacia él. El hada se presentó como Flora y le preguntó a Juan qué hacía allí. Juan le contó su aventura y Flora le dijo:

«No tienes que tener miedo, Juan. Este dragón es muy amable y no te hará daño».

Entonces, Flora llevó a Juan al dragón y los presentó. El dragón se llamaba Drogón y resultó ser muy simpático y juguetón. Juan y Drogón se hicieron amigos y pasaron el día jugando y explorando el jardín mágico.

Cuando llegó la noche, Flora llevó a Juan de vuelta al puente y le dijo:

«Recuerda, Juan, que siempre hay cosas maravillosas y mágicas escondidas en el mundo, solo tienes que estar dispuesto a conseguirlas».

Y así, Juan aprendió que la magia y el ánimo pueden llevarte a lugares que nunca pensarías encontrar y conocer criaturas que nunca había visto.

LUNA, EL GATO DIFERENTE AL RESTO

cuentos desconocidos

Había una vez un gato llamado Luna que vivía en un jardín con su familia. Luna era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras. Un día, mientras cazaba ratones en el jardín, Luna encontró a un pájaro herido y enfermo.

Luna se acercó al pájaro con cuidado y vio que tenía una pata rota y estaba muy débil. Sintió lástima por el pájaro y decidió llevarlo a casa y cuidarlo.

Luna le puso una cama cálida y le dio de comer y de beber. Poco a poco, el pájaro comenzó a sentirse mejor y a recuperarse. A Luna le encantaba tener al pájaro como compañía y se divertía jugando y cantando con él.

Pero un día, el pájaro se sintió tan bien que decidió volar de vuelta a su hogar en el árbol. Luna se sintió triste al verlo partir, pero también se sintió muy orgullosa de haber ayudado al pájaro a recuperarse.

Desde entonces, Luna y el pájaro se convirtieron en los mejores amigos del mundo y siempre se encontraban en el jardín para jugar y cantar juntos. Luna aprendió que la amistad y la bondad pueden superar cualquier barrera y que siempre hay algo que aprender de nuestros amigos.

LAS DOS NIÑAS VALIENTES

cuentos no tan conocidos

Había una vez dos niñas llamadas Ana y Elena que eran muy amigas y vivían en un pueblo pequeño junto al mar. Aunque eran muy diferentes entre sí, se entendían muy bien y siempre estaban juntas.

Un día, Ana y Elena decidieron explorar una cueva que había en la orilla del mar. La cueva era muy oscura y misteriosa y las niñas estaban emocionadas de ver qué había dentro.

Cuando entraron en la cueva, se dieron cuenta de que era mucho más grande de lo que habían pensado y que había muchos túneles y pasadizos. Decidieron seguir adelante, aunque estaban un poco asustadas.

De repente, se toparon con un oso que dormía en el suelo. Las niñas se quedaron inmóviles, sin saber qué hacer. Pero entonces, Ana recordó algo que había aprendido en la escuela: los osos no atacan a las personas si no se sienten amenazados.

Así que, con mucho valor, Ana se acercó al oso y le susurró al oído:

«¡Despierta, oso! ¡Te has quedado dormido en la cueva!».

El oso abrió los ojos y, al ver a las niñas, se levantó y se fue.

Las niñas salieron corriendo de la cueva y volvieron a casa, emocionadas por lo que acababan de vivir. A partir de ese día, Ana y Elena se sintieron más valientes y decidieron explorar el mundo juntas.

La moraleja de esta historia es que la valentía nos ayuda a superar los miedos y a enfrentar los obstáculos que se nos presentan. Así que recordemos siempre ser valientes y no tener miedo de enfrentar los retos que nos ponga la vida.

Cuentos infantiles cortos