El cuento de La Cenicienta es un cuento de hadas de tradición oral, más tarde versionado en forma de cuentos clásicos por Charles Perrault y los Hermanos Grimm. Es una de las historias de princesas y príncipes más famosas, que ha llegado a todo el mundo y en diferentes idiomas, pues Walt Disney hizo su propia versión.
Hay diferentes versiones de la historia de La Cenicienta, como la de la película de Walt Disney del año 1950, dibujos animados y juegos interactivos. La versión reescrita del libro por Adivinanzas10.com en 2024 es el cuento para niños y niñas completo, pero corto y resumido. Los cuentos infantiles de princesas Disney son geniales para leer a la hora de dormir o usar en la escuela gracias a sus fantásticas imágenes e ilustraciones.
Puedes leer el resumen del cuento clásico original escrito en nuestra web online, o descargar la versión para imprimir en .pdf de la famosa historieta de la princesa cenicienta.
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La cenicienta
Érase una vez, en una tierra lejana, una hermosa joven de ojos verdes y cabello rubio. Además de ser preciosa, era una joven encantadora, que trataba a todos con amabilidad y siempre tenía una sonrisa en los labios.
Incluso los pequeños animalitos que la rodeaban eran sus amigos, especialmente unos ratoncitos llamados Gus y Jaq.
Vivía con su madrastra, una mujer tiránica y dominante, también con sus dos hijas, unas chicas obscenamente engreídas. No eran especialmente guapas, al contrario, eran gordas y feas, y no podían soportar que nadie fuera más atractiva que ellas. Por lo que despreciaban continuamente a la hermosa joven.
La trataban de manera servil. Ella dormía en un humilde ático, mientras que las damas dormían en cómodas camas con dosel.
Tampoco comía los mismos alimentos gourmet que ellas, y tenía que conformarse con las sobras. Y si eso no fuera lo suficientemente difícil, también tenía que limpiar la chimenea, lavar los platos y la ropa, coser, cocinar y fregar los pisos… ¡Incluso bañar al gato de su madrastra!
Ella lo hacía sin rechistar, solo quería hacerlas felices, como su fallecido padre lo haría.
Un día, la hermosa joven, que estaba sobrecargada de trabajo, se quedó dormida cerca de la chimenea. Cuando despertó con la cara sucia por las cenizas, sus hermanastras no paraban de reírse y comenzaron a referirse a ella como Cenicienta.
El día transcurría como cualquier otro, haciendo los quehaceres de la casa mientras sus hermanastras dormían, hasta que tocaron la puerta y Cenicienta fue a abrir.
«Hola hermosa dama, tengo una invitación especial para ti y el resto de señoritas de la casa. Las invito a asistir al baile de palacio en el que el rey busca esposa para el hermoso príncipe» – le dijo el mensajero real.
Las hermanastras de Cenicienta reaccionaron extasiadas y se apresuraron a ir a sus aposentos a escoger sus vestidos más llamativos y las joyas más elaboradas para causar impresión. Ambas anhelaban al atractivo príncipe heredero y discutían animadamente sobre cuál de ellas se ganaría su favor.
«Soy más inteligente y más delgada, así que es obvio que me elegirá. Y miren qué bien me queda este vestido»
Dijo la mayor de las hijas mostrando sus dientes salientes mientras tiraba de las correas del corsé tan apretadas que apenas podía respirar.
«¡Ni siquiera sueñes con eso! No eres tan agradable como yo, y sé de buena fuente que al príncipe le gustan las mujeres con ojos grandes y mirada penetrante»
Dijo la hermana menor mientras abría sus ojos saltones como los de un sapo.
Cenicienta, emocionada, también subió al ático en busca de un hermoso vestido que guardaba de su madre, que aunque estaba algo roto, ella podría arreglar.
Sin embargo, cuando llegó el día del baile, la madrastra Lady Tremaine ordenó a Cenicienta un montón de tareas, por lo que no tendría tiempo de ir al baile. Realmente, ella quería que el príncipe conociera a sus hijas Drizella y Anastasia, tal vez se casaría con alguna de ellas.
«Cenicienta, no irás; en lugar de eso, te quedarás en casa para limpiar y hacernos la cena cuando regresemos.»
Burlándose de Cenicienta, las tres mujeres se alejaron en dirección al palacio, pero no sin antes romper el hermoso vestido que Cenicienta, con ayuda de sus animalitos, había cosido y arreglado.
Cenicienta corrió al jardín, donde se sentó en un banco y sollozó. Ella deseaba sinceramente poder asistir al baile. Entonces, un hada que decía ser su hada madrina se materializó abruptamente y dijo:
«No llores, Cenicienta; lo has hecho bien y mereces asistir al baile.»
El hada madrina agitó su varita mágica y convirtió una calabaza en un carruaje, tres ratones de campo en hermosos caballos y un perro viejo en un cochero.
Cenicienta no podía creer lo que veía, y dijo:
«Gracias, pero aun así no puedo asistir, no tengo vestido para el baile»
El hada madrina respondió, sonriendo:
«Espera, aún no he terminado.»
Agitó de nuevo su varita y Cenicienta tuvo hermoso un vestido y los zapatos más increíbles que jamás haya visto, unos zapatos de cristal.
«Ahora puedes irte al baile, pero tienes que volver antes de la medianoche, la magia terminará y volverás a ser la de antes»
Cenicienta expresó una vez más su sincero agradecimiento al hada madrina antes de avanzar alegremente hacia el palacio. Cuando llegó, los criados, incluidas sus hermanastras, no pudieron evitar especular sobre la identidad de aquella mujer despampanante.
El príncipe, sorprendido de su bella, la invitó a bailar. Después de bailar durante horas, se dio cuenta de que Cenicienta no solo era la más guapa de todas, sino también la más cariñosa y honesta que había encontrado nunca.
Eran las 12 de la noche cuando las campanadas del reloj de repente comenzaron a sonar. La Cenicienta, que tan bien lo estaba pasando con el príncipe, casi olvida la hora.
Se volvió hacia el príncipe y dijo:
«¡Oh, no! Me tengo que ir», mientras ella salía corriendo del salón de baile.
Pero, estaba tan ansiosa por volver a casa, que mientras corría perdió uno de sus zapatos de cristal por la escalera de palacio.
El príncipe lo encontró, y decidió que debía encontrar a la hermosa Cenicienta. Iría casa por casa de todo el reino probando el zapato a las jóvenes damas.
Cuando llegó a la casa de Cenicienta, probaron el zapato de cristal en los pies de sus hermanastras con poco éxito, incluso la madrastra intentó encajar sus enormes pies en él.
Justo cuando el príncipe estaba a punto de marcharse, oyó un ruido en el ático y fue a ver quién había allí. Descubrió a Cenicienta, aunque no la reconoció, pues estaba sucia y polvorienta como de costumbre.
«¿Puedo probarme el zapato?» —dijo Cenicienta.
La joven metió el pie en el zapato de cristal, mientras uno de los caballeros del príncipe lo sostenía, y le quedaba perfecto. Las hermanastras y madrastra no podían quitar de su rostro su asombro.
Al verlo, el príncipe se dio cuenta de que era ella a quien había estado buscando. Así pues, Cenicienta y el príncipe se casaron y a partir de entonces tuvieron una vida feliz juntos, lejos de las terribles hermanastras y su madrastra.
Aprendizaje, lección o moraleja del cuento de la cenicienta: esta fábula o cuento nos muestra que la verdadera bella de la cenicienta no era la exterior, sino su bondad y generosidad hacia el resto de personas y animalitos. Si uno es amable y considerado, podrá conseguir en la vida lo que desee, también el amor. También nos enseña a creer en nuestros sueños, a veces, puedes aparecer un hada mágica y hacerlos realidad.