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Cuento el enano saltarín

El cuento el enano saltarín o Rumpelstiltskin es un cuento de hadas infantil, popular y tradicional que se ha transmitido de generación de origen alemán, pero la fábula cogió fama al incorporarse en Cuentos de la infancia de los hermanos Grimm.

Hay diferentes versiones de la famosa historieta del enano saltarín, incluso películas y dibujos animados con diferente desenlace, aunque se desconoce cuál es la versión original. La versión reescrita del libro por Adivinanzas10.com en 2024 es el cuento para niños completo, pero corto y resumido. Genial para leer a la hora de dormir o usar en la escuela, gracias a sus fantásticas imágenes e ilustraciones.

Puedes leer el resumen del cuento clásico de los hermanos Grimm escrito en nuestra web, o descargar la versión para imprimir en pdf de la historia.

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El enano saltarín Rumpelstiltskin

En un tiempo muy lejano, había un rey que amaba cabalgar con su caballo entre los árboles del bosque de su reinado.

Un soleado día, el rey agotado de tanto montar a caballo, encontró una pequeña casa escondida entre los altos pinos del bosque. En ese hogar, vivía una familia compuesta por el padre, un viejo molinero, y su preciosa hija, la chica de hermoso rostro llamó la atención inmediatamente del monarca.

El padre se percató de la situación, y dijo al monarca:

“Mi hija amada no solo es hermosa, sino que además tiene un preciado don”.

Esto despertó en el rey su curiosidad y preguntó acerca del don, a lo que el padre dijo:

“¡Mi hija puede transformar la paja en hilos de oro con una rueca!”. El rey maravillado respondió diciendo:

“Maravilloso, se viene junto a mí al castillo”.

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Una vez llegados a palacio, el rey llevó a la hermosa joven a una habitación en la que tenía preparada una rueca y mucha paja. Advirtió a la joven que vendría al día siguiente a comprobar si había certeza en las palabras de su padre, en caso contrario, cobraría venganza sobre ella y su padre.

La joven, desconcertada, cayó al suelo y comenzó a sollozar profundamente hasta que se hizo de noche, pues ella no sabía hacer eso que su padre había proclamado. En ese momento, cuando las manecillas del reloj dieron las doce, un pequeño enano saltarín y narizón sorprendió a la joven desde su ventana.

«Hola molinerita, ¿por qué lloras?

«El rey me mandó convertir toda esta paja en oro, pero yo no sé cómo hacerlo».

«No te preocupes, yo puedo hacerlo, pero a cambio deberás darme tu collar».

Ella, sin pensarlo dos veces, se lo concedió a cambio de la ayuda. Al día siguiente, el monarca quedo asombrado al abrir la puerta de la habitación, ya que toda la paja se había transformado en oro.

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El codicioso rey, cegado por el oro, cogió a la joven y la metió en una sala muchísimo más grande, en la que había montones y montones de paja que llegaban hasta el techo.

El rey exigió a la muchacha que volviera a hacer lo mismo que en la antigua habitación, y volvió a amenazarla con castigarla severamente si no cumplía con la palabra del padre.

La pobre chica se sintió tan desgraciada que comenzó a llorar. De nuevo, a la misma hora que el día anterior, apareció el enano narizón.

«Te ayudaré de nuevo, pero me tendrás que dar el anillo de tu mano derecha». – dijo el enano.

La bella joven no dudó ni un segundo en entregarle lo que le pedía a cambio.

Una vez más, el monarca apareció por la mañana, y volvió a maravillarse, ya que la habitación estaba llena de hilos de oro. Tal fue el asombro del rey, que decidió casarse con ella, con la única condición de que la joven volviera a repetir el milagro.

La hermosa joven cayó al suelo entre sollozos, y como de costumbre lloró y lloró hasta que se hizo de noche, cuando el enano narizón apareció de nuevo a la misma hora, diciendo:

“Joven, seca tus lágrimas, porque yo te ayudaré a cambio de algo más”.

La hermosa niña, sollozó una vez más, pues ya no tenía ninguna posesión más para entregarle, pero el enano narizón tenía una propuesta, y le dijo:

“Una cosa pido a cambio, si aceptas, tu primer bebé has de entregarme ¿Accedes?”

La joven no dudó mucho y acepto, así que de nuevo el enano convirtió toda la paja en hilos de oro.

Al día siguiente, el rey nuevamente se maravilló al ver todo el oro y como su riqueza aumentaba, así que decidió ordenar a sus lacayos que prepararan una enorme boda para casarse lo más rápido posible.

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Después de un tiempo, cumplido el primer año de matrimonio, nació el hijo del monarca y la ahora reina. La joven ya no recordaba la promesa que había hecho, pero, por la noche, el enano narizón apareció y reclamó aquello que era suyo. La joven, asustada, comenzó a llorar y a rogarle de rodillas:

“¡Ten piedad! ¡No te lleves lo más preciado que tengo! Te entregaré todo lo que tengo, pero no te lleves a mi hijo”.

Por desgracia, para el enano narizón nada era suficiente, él quería el hijo del rey y la reina.

Tan grande fue el dolor de la joven, que el enano le ofreció una posibilidad, si averiguaba su nombre real, dejaría a su hijo con ella, y le dijo:

«Volveré dentro de tres noches»

La joven hermosa, dentro de su desesperación, ordenó a todos los soldados y guardias que fueran a buscar hasta debajo de las piedras la respuesta y que nadie volviera a palacio sin tener el nombre del enano narizón.

Ella no paraba de pensar en los nombres más extraños que conocía, para decírselos al enano cuando volviera.

Pasaron dos días, y no había noticias, pero el enano llegó.

«¿Me vas a decir mi nombre? ¡Jamás lo adivinarás! ¡ja ja ja!» – dijo el enano

«Turismundo, Ervigio, Hipólito, Atanagildo…» – decía la reina, sin acertar con el nombre

«¡No, no es mi nombre, jamás lo acertarás, soy el más inteligente!»

Al tercer día, un guardia acudió a la reina y le contó algo que había visto:

“Mi reina, un enano narizón he visto en el bosque, iba cantando un cántico que decía:
Soy un duende maldito, inteligente como yo, nunca encontrarán. Mañana me llevaré al niño y el nombre de Rumpelstiltskin, jamás adivinarán”

Y así fue como la reina consiguió el verdadero nombre del enano, y evitaría perder a su pequeño hijo.

Una vez cayó la noche, el enano apareció a las doce y la reina inmediatamente dijo:

“Te llamas Rumpelstiltskin”.

El enano furioso comenzó a vociferar, llorar y saltar.

«¡No puede ser que lo hayas adivinado! ¡¿Quién te lo dijo?!»

Tal fue el enfado de enano que comenzó a recorrer la habitación entre lamentos, y en un pequeño descuido cayó por el balcón, desapareciendo para siempre.

Y, aunque finalmente la reina no perdió su hijo, ni el molinero a su nieto, esto les enseñó algo muy valioso, y es que no hay que presumir de aquello que se carece, o te meterás en problemas. Quizás nunca hubiera logrado casarse con el rey, pero no hubiera tenido que arriesgar la vida de su bebé.

Moraleja: no ser presumido ni querer aparentar algo que no somos, las mentiras no nos llevarán lejos.

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