El cuento de Pedro y el lobo es el título por el que conocemos en España y algunos países de América la fábula del pastor y el lobo, una de las historias con moraleja más conocidas de Esopo, aunque reescrita por otros autores. A veces, también se le denomina el pastor mentiroso, Pedrito y el lobo e incluso, Juanito y el lobo.
Con el transcurso de los años han surgido diferentes versiones de las fábulas de Esopo, que tienen una antigüedad de 2000 años, incluso películas y dibujos animados.
La versión reescrita del libro por Adivinanzas10.com en 2024 es la historieta o fábula original para niños completa, pero corta y resumida. Genial para leer a la hora de dormir o usar en las escuelas infantiles gracias a sus fantásticas imágenes e ilustraciones.
Puedes leer el resumen de este cuento de animales en nuestra web, o descargar la versión para imprimir del relato en pdf.
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El pastor y el lobo
Érase una vez un joven pastor cuyo nombre era Pedro, este vivía en un pequeño pueblecito, aunque la mayoría del tiempo Pedro salía al campo con su rebaño de ovejas, las cuales pastaban horas y horas entre la hierba y las cristalinas aguas.
Pedrito se despertaba realmente temprano, nada más salir el sol estaba en pie y preparado para pastorear su rebaño de ovejas, así hasta que caía la noche y decidía regresar a su hogar para acurrucarse a dormir.
Como era de esperar, el joven pastor pasaba tanto tiempo solo que el aburrimiento le invadía y comenzaba a tramar aventuras para alegrarse un poco el día.
Uno de esos días, en el que el joven pastor pensaba y pensaba en como distraerse, se le pasó por la cabeza una idea, burlarse de los habitantes de su pequeño pueblecito con una broma de mal gusto. Comenzó a descender de la colina y se acercó al borde del pueblo, desde donde empezó a gritar:
«¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Que viene el lobo!»
Los vecinos del pueblo, alarmados, se armaron de valor y tomaron algunas herramientas que tenían en sus casas para ayudar al joven pastor, el cual estaba siendo supuestamente atacado por el lobo.
Una vez llegados a la colina, vieron que el rebaño pastaba tranquilamente y el joven pastor se mofaba a tal punto que cayó al suelo entre risas y risas. Los aldeanos enfurecidos por la broma de mal gusto que les había gastado Pedro regresaron a sus hogares para continuar con sus quehaceres.
El joven pastor, dentro de su desfase, no paraba de reír, así que decidió repetir la broma, pues no veía nada de malo en divertirse un poco más a costa de los vecinos del pueblo. Pasadas unas horas, se escucharon de nuevo las advertencias del joven pastor:
«¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Que viene el lobo!»
Los aldeanos, nuevamente, al oír los gritos de auxilio de Pedrito, creyeron en sus palabras y rápidamente cogieron sus herramientas y corrieron a socorrer al pastor y a su rebaño.
Una vez llegados a lo alto de la colina a toda prisa, se toparon con la misma situación que la vez anterior. Esto provocó de nuevo un gran enfado entre los vecinos del pequeño pueblo. Una vez más habían creído en las falsas palabras del pastor Pedro, que simplemente estaba aburrido y con ganas de diversión.
Decepción tras decepción, los aldeanos enfurecidos bajaron la colina para proseguir con todas las tareas que tenían pendientes, que habían dejado a medias para ayudar al pastor mentiroso.
Poco a poco, fue cayendo la noche sobre los hombros del pastor, así que, decidió que era el momento de regresar a su hogar junto a su rebaño de ovejas.
Tras terminar todo lo que tenía que hacer, se tumbó en su lecho, donde comenzó a recordar entre profundas risas todo lo que aconteció ese día y lo bien que se lo había pasado.
Poco después, Pedro cayó rendido en un profundo sueño, y en un abrir y cerrar de ojos el sol comenzó a asomar.
Nuevamente, lo primero que hizo al despertar fue recordar el divertidísimo día de ayer, no se lo quitaba de la mente. Y con este pensamiento fue subiendo la colina junto a su querido rebaño. Entre risas y risas, no se percató de que un enorme lobo acechaba a sus ovejas.
Atemorizado, Pedrito corrió colina abajo y gritó angustiado con todas sus fuerzas:
«¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Que viene el lobo!»
Parecía que nadie lo escuchaba, así que volvió a gritar:
«¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Que viene el lobo!»
Los vecinos del pueblo parecían no oírle, o mejor dicho, lo estaban ignorando. Pensaban que, al igual que el día anterior, el pastor mentiroso les estaba gastando una broma de muy mal gusto.
Pedro entró en un estado de desesperación e imploró:
«¡Os lo ruego! Ayudadme, mis queridas ovejas están siendo devoradas por el lobo»
Desgraciadamente, era demasiado tarde para sus ovejas, ningún vecino del pueblo acudió en su ayuda, puesto que no creían en las palabras del joven pastor.
Después de este terrible acontecimiento, Pedro se lamentó por sus perversos engaños y aprendió la lección, nunca más volvería a engañar a nadie tan cruelmente.
Moraleja de pedro y el lobo: la mentira y el engaño no te llevarán lejos. El día que necesites ayuda de verdad, nadie te creerá, serás considerado un mentiroso.