Los cuentos de frutas y verduras para niños y niñas que no quieren comer estos alimentos de adivinanzas10 han sido creados por nosotros mismos. Son historias y relatos desconocidos con tramas y moralejas diferentes que muestran y enseñan un aprendizaje a los más pequeños.
Nuestros cuentos inventados cortos, realmente son cuentos que no son cuentos, pues son muy breves y la historia concluye rápidamente, podríamos considerarlos cuentos chiquitos. Los protagonistas de estas fantásticas historias y fábulas son frutas y verduras animadas.
En esta página encontrarás varios cuentos de frutas y verduras para niños de infantil, primaria o secundaría, puedes leerlos uno a uno o usar la tabla de contenidos.
- Adivinanzas de frutas y verduras
- Adivinanzas de alimentos y comida
- Cuentos de animales para niños
- Cuentos de Disney educativos
Las verduras y frutas que se convirtieron en dulces
Había una vez una pequeña y colorida comunidad en el bosque, en la que vivían frutas y verduras de todo tipo. Había manzanas rojas y verdes, plátanos amarillos muy sabrosos, zanahorias crujientes y jugosas, y muchas más.
Un día, las frutas y verduras se reunieron en una gran asamblea para discutir un problema que tenían. Muchos niños y niñas del pueblo cercano no estaban comiendo suficientes frutas y verduras, y esto los preocupaba mucho. Sabían que estas eran esenciales para que los niños crecieran saludables y fuertes, así que decidieron hacer algo al respecto.
Después de mucho pensar, las frutas y verduras llegaron a una solución creativa: ¡se disfrazarían como dulces!
«Yo me recubriré de caramelo, como una piruleta» – Dijo la manzana.
«Yo me transformaré en pastel de zanahoria» – Dijo la zanahoria.
«Seré un dulce y rico helado» – Dijo el plátano.
Y así, cada fruta y verdura se disfrazó de su dulce favorito.
Los niños y niñas del pueblo se emocionaron mucho al ver todas esas golosinas, pero pronto se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo:
«¡Todas las «golosinas» son frutas y verduras disfrazadas!»
Aun así, estaban tentando a probar cada uno de los dulces, y así hicieron. A medida que probaban cada «dulce», descubrieron que no solo eran deliciosos, sino también saludables y buenos para ellos.
Finalmente, las frutas y verduras se quitaron sus disfraces y se presentaron ante los niños y niñas. Les explicaron lo importante que era comer frutas y verduras todos los días para mantenerse sanos y fuertes. Los niños y niñas entendieron el mensaje y prometieron comer más frutas y verduras a partir de ese día.
Desde entonces, los niños y niñas del pueblo han estado comiendo más frutas y verduras que nunca antes, y las frutas y verduras del bosque están felices sabiendo que están ayudando a mantener a todos saludables y fuertes.
El huerto de verduras mágico
Había una vez un grupo de niños que vivían en una pequeña ciudad. Un día, mientras caminaban por el campo, encontraron un huerto de verduras mágico. Las verduras en el huerto eran muy especiales, y cada una tenía un sabor único y delicioso.
Los niños no podían resistirse a probar todas las verduras, y pronto descubrieron que las verduras mágicas eran mucho más que solo comida. Las verduras del huerto eran tan especiales que, después de comerlas, los niños comenzaron a sentirse diferentes.
Uno de ellos comenzó a correr más rápido que un conejo, otro a saltar como un canguro, y otro a trepar árboles como un mono. Los niños se emocionaron mucho al descubrir que las verduras mágicas les daban poderes especiales.
Un día, mientras exploraban el huerto, los niños descubrieron que alguien había robado todas las verduras mágicas. Los niños estaban muy tristes porque sabían que, sin las verduras mágicas, ya no tendrían sus poderes especiales. Decidieron que tenían que hacer algo para encontrar las verduras robadas y recuperarlas.
Los niños y niñas comenzaron su aventura para encontrar las verduras mágicas, y se encontraron con muchos desafíos divertidos en el camino. Tuvieron que trepar montañas, atravesar ríos y cruzar puentes, todo mientras evitaban trampas y obstáculos peligrosos.
Pero los niños no se rindieron, y continuaron buscando las verduras mágicas.
Finalmente, los niños encontraron al ladrón. Era un malvado y travieso conejo que había robado todas las verduras mágicas para comérselas él mismo, y las tenía escondidas en el hueco de un árbol.
Los niños idearon un plan para recuperar las verduras mágicas:
«Tenemos que hacer salir al conejo del árbol. Algunos de nosotros nos esconderemos en los árboles a hacer ruido, seguro que se asusta y sale corriendo a su madriguera» – planearon los niños.
Y así fue, el conejo pensó que algún lobo andaba por el bosque y salió corriendo a refugiarse en su madriguera. Los niños recuperaron sus verduras mágicas y volvieron emocionados a su huerto.
Comieron algunas de las verduras y recuperaron sus poderes especiales. Además, aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de trabajar juntos y perseverar, para conseguir lo que desean. Ya nadie más les robaría sus ricas, sabrosas, frescas y saludables verduras.
A partir de ese día, los niños visitaban el huerto mágico cada día, cuidaban a sus amigas las verduras, jugaban con ellas, y por supuesto, también las comían cuando tenían hambre. ¡Tanto las verduras como los niños estaban felices!
El conejo Tommy
Había una vez un pequeño conejo llamado Tommy, a quien le encantaba saltar y jugar todo el día. Pero un día, Tommy comenzó a sentirse muy cansado y débil. No podía saltar tan alto como solía hacerlo y estaba perdiendo su energía.
Preocupado, Tommy decidió visitar al sabio búho del bosque para pedirle ayuda.
«Querido Tommy, ¿qué sueles comer cada día?» – le preguntó el búho.
«Mmmm… cada día como ricos dulces y bocadillos, ¡están deliciosos!»
«¿Y frutas y verduras?» – volvió a preguntar el sabio búho.
«No, no muchas. No me gustan nada»
El búho, entonces, le contó a Tommy sobre la importancia de comer frutas y verduras.
«Ahí tienes la explicación Tommy. Necesitamos comer frutas y verduras que nos aporten la energía y nutrientes necesarios. Así podrás saltar y jugar todo el día.»
Tommy se sintió un poco triste porque no le gustaba mucho el sabor de las frutas y verduras. Entonces el búho le sugirió que probara frutas y verduras diferentes hasta encontrar las que le gusten, más dulces y sabrosas, como la piña y la zanahoria.
Tommy se animó y decidió probar algunas frutas y verduras nuevas. Descubrió que le encantaba la piña dulce y la zanahoria crujiente, y que le hacían sentir mucho mejor.
Desde entonces, Tommy ha estado comiendo muchas frutas y verduras todos los días, y ha recuperado su energía y su capacidad para saltar y jugar como nunca antes, incluso se siente más inteligente. Aprendió la importante lección de que comer alimentos saludables puede ser divertido y delicioso, y está agradecido por la sabiduría del sabio búho del bosque.
La niña que jugaba con la comida
Había una vez una niña llamada Ana, que no quería comer su comida. Siempre jugaba con ella, la esparcía por toda la mesa, la mezclaba con la bebida y hacía caras divertidas con ella. Sus padres trataban de persuadirla para que comiera, pero Ana se negaba.
Un día, Ana recibió una invitación muy especial para visitar el país de la comida. Ella no podía creer lo que estaba escuchando, pero estaba emocionada por descubrir más sobre el país mágico.
Cuando llegó al país de la comida, se sorprendió al ver que todo era delicioso y se veía muy divertido. Había montañas de helado, ríos de leche, y los árboles frutales parecían caramelos. Ana comenzó a jugar y a explorar, y pronto se encontró con un grupo de alimentos que parecían muy tristes.
La manzana, la zanahoria y el brócoli se veían muy desanimados, Ana se acercó a ellos y les preguntó por qué estaban tan tristes.
«Nadie nos quiere comer, todo el mundo piensa que no estamos deliciosos y prefieren comer cosas divertidas y más bonitas como los dulces. Juegan con nosotros, nos tiran y lastiman.» – contestaron las frutas y las verduras.
«Es verdad, yo nunca pruebo las frutas y verduras que me da mi mamá y mi papá. A partir de ahora os probaré.» – Dijo Ana.
Ana entendió por qué era importante comer alimentos saludables, y les prometió también a sus nuevos amigos que les ayudaría a mostrar a la gente que comer verduras y frutas también podía ser divertido y delicioso. Ana convenció a la manzana, la zanahoria y el brócoli para que se unieran a ella en un desfile por todo el país de la comida, donde mostrarían a todos los alimentos lo geniales y sabrosos que pueden ser las verduras y las frutas.
El desfile fue todo un éxito y la gente comenzó a darse cuenta de que las verduras y las frutas también pueden ser deliciosas. Ana se sintió muy orgullosa de su logro y de haber ayudado a sus amigos del país de la comida.
Cuando Ana regresó a casa, estaba emocionada de contarle a sus padres todo lo que había aprendido en el país de la comida. A partir de ese día, Ana comenzó a comer todas sus verduras y frutas, y dejó de jugar con su comida.
Cuentos infantiles cortos